Calle Beato Diego de Cádiz
Casa de la familia Lobatón desde 1922 hasta 1940, y de la familia Izquierdo desde 1940 hasta 1990.Fotografía de Manuel Cabello Janeiro. 1998.
AyerLa calle Beato Diego es una de las calles con dos nombres de Ubrique. Se llamó calle San Pedro desde su creación, a principios del siglo XIX, junto a la ermita de San Pedro, fundada en 1801Es una calle singular en la que vivieron grandes familias ubriqueñas durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta, época del máximo esplendor de la zona. En ella ha habido grandes fábricas de artículos de piel, la de Leandro Izquierdo, José del Canto, Guillermo Dorado... PersonajesSin lugar a dudas el personaje más famoso que ha vivido en la calle San Pedro ha sido el Beato Diego de Cádiz, que vivió con su familia en el número 23 de esta calle, desde 1743 hasta 1757.En 1954 el ayuntamiento de Ubrique le dedicó una lápida, que aún está colocada en la fachada del número 23. En la obra de Manuel Cabello podemos leer: A Ubrique había llegado su padre, don José López Caamaño, “natural de la antigua e ilustre ciudad de Tuy (Pontevedra), donde nació en 1707, y de donde había emigrado siendo soltero con uno de sus hermanos a Cádiz, contratados por la Casa Ducal de Arcos, donde alcanzan los empleos muy decentes de Alcayde de la Puerta de Sevilla y Teniente Comandante de aquella bahía, de donde pasó a Ubrique”. (Datos tomados del Archivo Histórico de la Ciudad de Tuy). En Ubrique José López Caamaño se casó con doña María, la madre del beato, con quien tuvo dos hijos y un tercero que murió en el parto. Al gestarse el cuarto hijo, el que se llamaría José Caamaño García, nuestro futuro beato, dispusieron sus padres marchar a Cádiz, donde existían mejores médicos, para que la madre fuera atendida y se alojaron en casa de su hermano y su cuñada, donde el 30 de marzo de 1743 vino al mundo con toda felicidad el pequeño José Francisco Juan María, como le impusieron en su bautismo cuatro días después. Aún sin reponerse su madre -pues los servicios del padre como administrador de la Serranía de Villaluenga (Grazalema, Benaocaz, Villaluenga y Ubrique) eran muy necesarios- lo traen a Ubrique, donde vive el joven José Caamaño hasta los quince años, que le llegó la llamada capuchina, después de pedirla ante su Virgen de Los Remedios, que le iluminó. Otros cinco años los pasó en sus estudios en diversas poblaciones y seminarios. Seis años más habitó en el convento de Ubrique, ya sacerdote, preparándose para ser capuchino, misionero y santo, los grandes pilares de su vocación. También es de destacar la presencia de la familia Lobatón en el número 22 de la calle a principios del siglo pasado. Francisco Lobatón era un rico hacendado que construyó la casa más característica de la calle, actualmente en ruinas. Su esposa, Francisca Herrera, fue quien costeó la imagen de San Sebastián, patrono de Ubrique, obra de Ramón Mateu Montesinos. Pasada la Guerra Civil, la casa fue comprada por el industrial Leandro Izquierdo Rivera, que mantuvo allí el domicilio familiar y la empresa de artículos de piel hasta la década de los ochenta del pasado siglo. También vivió en esta calle don Ernesto Corrales, concejal del ayuntamiento en los años veinte y treinta, en el número ocho. En esa misma casa vivió el notario Rodríguez hasta 1969. HoyActualmente la calle empieza en el número 6, después de la demolición del mercado de abastos, en la acera de los pares, y por el número 5 en la de los impares, después de haber construido un edificio municipal con un único acceso desde la Plaza.Para gran felicidad de los vecinos no hay coches ya aparcados encima de las aceras, no se puede aparcar en toda la calle, y el tráfico es solo en un sentido, desde la Plaza de Francisco Fatou hasta la Pilita Abajo. Las aceras están protegidas por pilonas y, al contrario que en otras calles del casco antiguo, no hay grandes maceteros. Solamente queda una de las casas originales de la calle, construida en 1840, en la que ha vivido hasta hace unos años Pepita Gómez, vendedora de frutas y verduras en el mercado. Aún quedan en pie varias edificaciones de principios del siglo pasado, casas grandes de pueblo, de familias pudientes, con dos o tres alturas, pero hay una gran cantidad de edificios modernos. Exceptuando un local que en la actualidad aloja una fábrica de artículos de piel, no hay absolutamente ningún negocio en la calle, hay siete viviendas deshabitadas en la acera de los pares y seis en la de los impares. MañanaLa calle empieza con un horrible aparcamiento, el solar resultante de la demolición del antiguo mercado. Es urgente que las autoridades tomen cartas en el asunto y adecenten la zona.También sería estupendo que se apremiara a los propietarios de las viviendas deshabitadas para que las mantengan en buen estado, hay varias casas ruinosas desde hace demasiado tiempo. |